En cuanto a calidad ambiental urbana, no descubrimos nada diciendo que China es un país demencial. El problema que padece en esta materia es tan grave que rompe récords a nivel mundial, y pese a los intentos por mejorar la situación, son muchas las ciudades que prácticamente no ven la luz del sol. De ese robo del cielo es responsable la mala calidad ambiental y, a su vez, de ésta lo son sobre todo las malas políticas. Ya sea por no resultar acertadas o simplemente por negligencia, lo cierto es que los gobernantes no han dado la respuesta necesaria para decir adiós para siempre a la nube tóxica que demasiado a menudo envuelve sus ciudades. En especial, aquellas situadas al norte del país, si bien se trata de un problema general que debe atajarse. Y no solamente poniendo fin a la enorme contaminación que emiten las fábricas, sino también por el uso y abuso del carbón en los hogares y el intenso tráfico rodado, además de la indudable influencia que ejerce la consabida densidad poblacional. Ampliando la red ferroviaria Una de las medidas más importantes en la reducción de emisiones y, por lo tanto, también en la mejora de la calidad del aire es, sin duda, la enorme inversión, de más de 500 millones de dólares, para el desarrollo de la red ferroviaria. Para el año 2020 China planea una expansión de su sistema ferroviario que incluye un fuerte impulso de su red de alta velocidad, cuyo crecimiento se estima en torno a los 30.000 kilómetros. En cuanto al territorio cubierto por la red de alta velocidad, el 80 por ciento de las principales ciudades de China lo estarán, incluyendo a regiones como la del suroeste, especialmente deprimidas. En otras palabras, se trata de un ambicioso proyecto que en apenas cinco años años conectará a zonas del país muy desiguales a nivel económico, con lo que se busca un desarrollo más uniforme. Gracias a este nuevo plan se compensarán agravios comparativos hacia las regiones más pobres, pues el alta velocidad estaba desarrollándose sobre todo en las regiones costeras y del este de China. Así pues, dejará de excluirse a las áreas más pobres, al tiempo que se lucha por un medio ambiente más salubre. Una interesante contribución que, habida cuenta de lo dramático del problema, no será decisiva, pero sí contribuirá a una notable mejoría. Según los informes oficiales, se pretende tanto impulsar el crecimiento como la reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte por carretera. Con ello, lógicamente, se reducirá la contaminación del aire, no solo en lo que respecta a los gases de efecto invernadero asociados, sino también en lo tocante a partículas polucionantes que suponen una seria amenaza para la salud pública. Automóviles vs bicicletas A su vez, se fomenta la movilidad sostenible a través del vehículo más ecológico por antonomasia: la bicicleta, por otro lado el sistema de transporte más tradicional del país, en realidad un símbolo. Pero más idílico que real, a día de hoy. Los sistemas de bicicletas compartidas están en auge, otra manera de reducir la contaminación y el tráfico. Si antaño China era conocido como un país de bicicletas, ahora aquellos tiempos son un simple recuerdo. No puede dudarse de que la bici sigue siendo en China un medio de transporte elegido por millones de personas para los trayectos cortos, pero la situación dista mucho de ser como antes. La acuciante necesidad de reducir el problema ambiental ha creado una situación idónea para que prosperen los sistemas de bicicleta compartida. Su objetivo, además de hacer negocio, claro está, es revivir el amor por la bicicleta que sigue latente en la sociedad china. La alta demanda de coches y el boom económico no tienen por qué acabar enterrando la saludable costumbre del uso de la bicicleta, por otra parte un medio de locomoción práctico, económico y saludable. Eso sí, no podemos afirmar que sea del todo saludable en un entorno urbano altamente contaminado, si bien con el tiempo una mejora de la calidad ambiental podría animar a su uso, e incluso recomendarlo. Bicicleta y automóvil no tienen por qué ser incompatibles, por último, sobre todo si cada uno cumple su función e, idealmente, se fomenta el uso del coche híbrido o eléctrico. China sigue decretando alertas rojas Las políticas que buscan la movilidad sostenible son más que una cuestión de eficiencia energética para el país, cuyo problema ambiental hace irrespirable el aire de un buen número de sus ciudades. El reciente intento por mejorar la legislación ambiental es un paso de gigante cuyos frutos, sin embargo, podrían ser insuficientes, advierten los expertos. Aún así, también se cuenta con otras medidas de apoyo, entre ellas las políticas que promocionan el transporte sostenible, como la que motiva este post. Con todo y con eso, China acusa una polución atmosférica insufrible en las ciudades, donde decretar la alerta roja por contaminación ambiental es el pan de cada día. Estos días, sin ir más lejos, una niebla contaminante forma una nube tóxica en Pekín, inundando calles y ocultando edificios. Su densidad es alarmante, pues además de dificultar la visibilidad, da cuenta de su toxicidad. De nuevo, vuelta a lo de siempre: el año nuevo no ha traído un medio ambiente nuevo. Muy al contrario, las autoridades han emitido ya su primera alerta roja en la capital, donde la falta de salubridad atmosférica es ya un problema endémico. O quizá no, pero lo cierto es que sin cambios más drásticos cuesta creerlo. ecologiav.
Deja una respuesta. |
|