Las altas temperaturas promedio son una de las principales consecuencias del avance del cambio climático. Del mismo modo que avanza éste lo hacen aquellas, acercándonos al temido punto de no retorno sobre el que la ciencia nos lleva advirtiendo desde hace años. Uno de los eventos extremos que nos trae el cambio climático es precisamente el aumento de las sequías y las olas de calor, trayendo más y de mayor intensidad. Otros, como es bien sabido, son los incendios, las inundaciones, las olas de frío y las lluvias torrenciales, pongamos por caso. Un rosario de calamidades que agrupa consecuencias muy distintas, en realidad ya existentes antes de que el cambio climático empezara a dejar sentir sus efectos, dejando su huella en forma de una mayor frecuencia, aparición inesperada y una intensidad no acostumbrada. El 2016, otro año de récord El avance del cambio climático se mide, en buena parte, a través del concepto de calentamiento global, un fenómeno que alude a la elevación de las temperaturas medias en todo el planeta. En otras palabras, el hecho de que suframos olas de frío no contradice esta tendencia. Si acaso, ocurre todo lo contrario, pues de considerarse un evento extremo constituiría una clara expresión del calentamiento global. Ambos elementos o realidades son compatibles, por lo tanto. Recordemos que el cambio climático es un fenómeno global con mil y una caras. En cuanto al aumento de las temperaturas promedio, los datos del pasado año, recién publicados, confirman el avance del calentamiento global. Si ya vimos que el 2014 fue en su día el año más caliente jamás registrado, y cómo en el 2015 se superó a aquel, ahora podemos afirmar igualmente que el 2016 también permite hablar de un nuevo récord. Es decir, los últimos tres años son los más calientes de la historia, desde que se tienen registros (hace 137 años, pues los registros mundiales comenzaron en 1880), confirmándose este año las previsiones que hicieron los expertos. En concreto, lo pronosticaron la Agencia Oceánica y Atmosférica Americana (NOAA) y la NASA, a partir de los datos ofrecidos de forma independiente, por lo general muy similares. Ahora, con la publicación de los datos recogidos por ambas instituciones, puede afirmarse que, en efecto, en 2016 se ha producido un nuevo récord histórico. Tres años consecutivos de récord El nuevo hito que ha supuesto la declaración del 2016 como el año más caluroso, tras hacerlo por tercer año consecutivo supone, en términos de cambio climático, que en la edad moderna las temperaturas globales siguen aumentando de forma inédita. Una situación sin precedentes, que sin embargo no supone una sorpresa para los expertos. Como hemos apuntado, ésta es la crónica de un aumento anunciado, y no solo por el efecto del fenómeno de El Niño, cuyas consecuencias en el aumento de las temperaturas están cantadas. Solo teniendo en cuenta la influencia del cambio climático y, en concreto, de las emisiones de gases de efecto invernadero es posible tal previsión. Solo sumando ambos factores puede explicarse el nuevo récord. O, lo que es lo mismo, sin la contribución humana no se hubieran llegado a tales temperaturas. El hecho de que sean tres los años consecutivos en los que la temperatura no deja de subir refleja claramente que estamos ante una nueva tendencia. En palabras de Deke Arndt, jefe de vigilancia del clima global para la NOAA: El hecho de que el último año haya sido más cálido no debe interpretarse como una simple curiosidad. Es realmente una tendencia, y el hecho de que estemos perforando el techo cada año constituye un verdadero indicador de que estamos sometidos a grandes cambios. El 2017 no seguirá la tendencia El hecho de que El Niño haya finalizado será decisivo para pronosticar un 2017 más fresco que los años anteriores, afirman los expertos. A su vez, esperan que el cambio climático siga avanzando en los próximos años. Prueba de la contribución de las emisiones para llegar a estos resultados de récord lo constituye el hecho de que las temperaturas prosiguieran aumentando incluso tras finalizar El Niño a mediados de año. También después, en efecto, se mantuvo el calentamiento. Uno de los puntos más destacados del 2016 fue la mella que este aumento de las temperaturas representó para el Ártico, donde el hielo alcanzó un mínimo histórico en el mes de octubre. En cuanto a máximos históricos recogidos en otros puntos del planeta pueden subrayarse los 54 grados alcanzados en Kuwait el 21 de julio, los 53,9 en Irak o, ya en España, los 46,4 grados de Sanlúcar la Mayor, un municipio de la provincia de Sevilla. Por otra parte, habida cuenta de que el cambio climático se ha convertido en una cuestión peliaguda con la llegada al poder de Donald Trump, se teme un maquillaje de las cifras para justificar políticas basadas en los combustible fósiles. Aunque Trump ha llegado a afirmar en las últimas semanas que reconoce una cierta relación entre las actividades humanas y el clima, los climatólogos se muestran desconfiados, y no sin razón. Aun así, los datos no solo se obtienen de las agencias estadounidenses.
Sin ir más lejos, los informes que apoyaban la declaración de un nuevo récord este año y, en general, cualquier otro balance anual realizado han sido contrastados previamente con los resultados obtenidos en otras agencias, por ejemplo la nipona o la británica. Por último, recordemos que el inicio del calentamiento global se sitúa en la década de los setenta, si bien de los 17 años más calurosos registrados, su práctica totalidad se ha producido en el presente siglo. En concreto, 16 de ellos han ocurrido desde el año 2000. ecov. Deja una respuesta. |
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